Pasados unos días y despejado de oportunismos, provisionalmente, el horizonte, es conveniente pensar sobre las posturas y comentarios que se han hecho respecto al proyecto de cambio del Plan General de Ordenación Urbana de Santander.
Como portavoz del Grupo Municipal Regionalista mostré en el pleno mi posición en contra del proyecto de nuevo Plan General. Y, dentro de las limitaciones de tiempo que impone el Reglamento del Pleno, expuse las razones para hacerlo: en nuestra opinión, no es el Plan General que necesita, en estos momentos, la ciudad de Santander, por muchos motivos.
Es más, el proyecto del Partido Popular supone perder una oportunidad única para dar respuesta a la solución de los problemas que los ciudadanos tienen planteados y que les preocupan más intensamente.
Por ejemplo, y en primer lugar, el problema del declive económico y poblacional de Santander. A nadie se le oculta que, a pesar de la imagen que damos de ciudad activa cultural y socialmente, Santander sigue en declive. La última encuesta de población viene a confirmar el continuo descenso de habitantes: aunque Cantabria aumenta, Santander pierde un 0,6 por ciento, más de mil habitantes en un año. Y a nadie se le oculta tampoco la cada vez menos importante actividad económica y los problemas del centro y de algunos barrios y pueblos de la ciudad.
Pues bien, el nuevo Plan, en vez de propiciar la actividad económica y social, opta por desarrollar suelo residencial; nada menos que un 90 por ciento se recalifica (se clasifica) como suelo residencial, en gran parte de alto nivel económico. Y, para mayor peligro, se agota totalmente el suelo de Santander, sin dejar zona alguna de reserva, con lo cual cualquier modificación posterior sería extraordinariamente difícil. Por eso no es extraño que surjan indicios racionales de corrupción urbanística, que será necesario investigar.
Pero, independientemente de que los indicios se confirmen o no, lo cierto es que el Plan del Partido Popular ha optado por favorecer la especulación más salvaje, que conduce directamente al llamado pelotazo urbanístico; con lo cual Santander seguirá siendo una de las ciudades en que la vivienda es más cara, y no sería raro que alcanzáramos el dudoso honor de ascender al primer puesto.
Esto perjudica seriamente a la mayoría de los ciudadanos, Según el barómetro de opinión social de noviembre de 2006, la mayoría de las personas encuestadas, más de un veinte por ciento, dice que el problema que personalmente más le afecta es el problema del acceso a una vivienda digna. Pues bien, el nuevo Plan propuesto por el Partido Popular opta por viviendas residenciales de alto nivel económico, y, en materia de vivienda social, se limita a cumplir lo que le exige la Ley del Suelo regional y el POL. Ni una más. O sea, que la política de vivienda social se la hace el Gobierno regional.
Incluso, y a mayor abundamiento, la construcción de vivienda social se propone en suelo urbanizable "no prioritario", con lo cual los primeros desarrollos importantes se producirán más allá de 2012 y no se terminarán antes de 2015. O lo que es lo mismo: los jóvenes, los nuevos vecinos (si llegan) y, en general, las personas necesitadas de vivienda, según este plan, van a tener que esperar, por lo menos, casi diez años más.
Pero esta opción supone también que prácticamente no se proponga la creación de suelo productivo. Es absurdo pensar en una ciudad de futuro que carezca de actividad económica; una ciudad necesita actividad económica para ser viable. Y, para ello, es necesario contar con algún lugar en que las sociedades, las empresas, los negocios que dan trabajo, puedan instalarse. Pues bien, el nuevo Plan prácticamente no contempla la creación de nuevo suelo productivo. Es más, ahoga lo poco existente, como ocurre al rodear el nuevo Parque Científico y Tecnológico de suelo residencial. No es necesario recordar que, junto a la vivienda, el paro es el segundo problema que más afecta a los ciudadanos, con más de un dieciocho por ciento de respuestas en este sentido. Pues bien, es suficiente con darse cuenta de que el declive de Santander se acrecentará más y más si no se ponen los medios de incentivar la actividad económica mediante la dotación de suelo.
Es más, el nuevo Plan tampoco fomenta la actividad social y cultural. Santander es, hoy, uno de los municipios de Cantabria que, en proporción, tiene menos equipamientos municipales: bibliotecas, parques, centros sociales y culturales, centros para la tercera edad, dotaciones deportivas, instalaciones para los niños, etc. Pues bien, el nuevo Plan aún reduce la relación de metro cuadrado de equipamiento por habitante, poniéndolo, en parámetros reales, por debajo de la exigencia legal.
Esto son sólo algunos ejemplos. A ello habría que añadir importantes cuestiones urbanísticas, como la opción por una ciudad lineal y descoordinada, a lo largo de la S-20 que se masifica, sin conexiones transversales adecuadas y suficientes. O resaltar que en modo alguno se proponen soluciones al inminente problema del tráfico urbano; al contrario, las propuestas probablemente contribuirán a acrecentarlo. Ni tampoco se plantean alternativas de reforma y adecuación de las zonas abandonadas del centro urbano de Santander y de algunos barrios significativos.
En resumen, el Plan General de Ordenación Urbana que presenta el Partido Popular no es el que necesita Santander, sino un Plan en sentido contrario a las necesidades de los ciudadanos. Por eso, las discrepancias no son de matiz, sino fundamentales. Y, precisamente por eso, con coherencia, el Grupo Municipal Regionalista votó en contra de la aprobación inicial de este Plan.
Pero no será un voto en contra sin alternativas. El Partido Regionalista presentará a los ciudadanos las propuestas concretas, y la opción por un nuevo Plan, que Santander necesita y que los santanderinos merecen. No tendremos una posición destructiva sino, muy al contrario, constructiva e ilusionante.
¿Que este proyecto podría, y puede, modificarse? Por supuesto. Y así lo haremos desde el Gobierno Municipal a partir de mayo de 2007. Pero parece de la mayor lógica que quien está en contra de un plan vote también en contra del mismo. Por claridad, por sentido común, por coherencia y por respeto a las personas que confían en nosotros y que nos han dado su voto y su apoyo.
Y, desde luego, aunque ya hemos dejado clara nuestra postura, respetamos las opciones de los demás; seguro que todos habrán valorado también, con lógica y con sentido común, el voto que han emitido. Por eso respetamos todas las opciones, y todas las opiniones, con una salvedad: la que, desde la incoherencia, la impertinencia e incluso diría que desde la estupidez, mantenga la sorprendente teoría de que es incomprensible que votemos en contra de aquello con lo que no estamos de acuerdo. E incluso que nos lo reproche.
Porque eso sí que es inexplicable; o algo más.
RAFAEL SE LA SIERRA/PORTAVOZ MUNICIPAL DEL PRC